El 23 de marzo de 2011, el mundo del cine despidió a una de sus figuras más emblemáticas: Elizabeth Taylor, actriz británico-estadounidense, ícono del glamour y protagonista de una de las trayectorias más intensas y brillantes de la historia de Hollywood. Tenía 79 años. Su muerte, ocurrida en Los Ángeles tras complicaciones cardíacas, marcó el fin de una era, la de las estrellas que iluminaron la pantalla grande con una combinación inigualable de talento, belleza y carisma.

Taylor fue mucho más que una actriz célebre: fue una figura pública que desafió convenciones, una activista pionera en la lucha contra el VIH/SIDA y un símbolo del cine clásico cuya leyenda trasciende generaciones.

Una carrera nacida con la cámara

Nacida en Londres el 27 de febrero de 1932, Elizabeth Rosemond Taylor emigró a los Estados Unidos junto a su familia al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Ya desde niña, su belleza llamaba la atención. Con tan solo 10 años, debutó en el cine con There’s One Born Every Minute (1942), pero sería su papel en Lassie Come Home (1943) y, sobre todo, en National Velvet (1944) el que la consagraría como la nueva estrella infantil de la MGM.

Durante los años 50 y 60, Taylor se convirtió en un fenómeno global. Combinando una actuación magnética con una presencia única, protagonizó títulos como Un lugar en el sol (1951), La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958), De repente, el último verano (1959), ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) y, por supuesto, Cleopatra (1963), producción que marcaría un antes y un después tanto en su vida personal como profesional.

Dos premios Oscar y un legado artístico inmortal

Elizabeth Taylor recibió dos premios Oscar a la Mejor Actriz: el primero por Butterfield 8 (1960), y el segundo —más consagratorio— por ¿Quién teme a Virginia Woolf?, donde ofreció una de las actuaciones más intensas de su carrera. Con esta última película, demostró que era mucho más que un rostro perfecto: era una intérprete poderosa, capaz de encarnar personajes complejos con profundidad y dramatismo.

Fue dirigida por los grandes maestros del cine y compartió pantalla con las principales figuras del séptimo arte. Su talento camaleónico le permitió adaptarse a una amplia variedad de géneros, desde dramas románticos hasta adaptaciones teatrales, pasando por comedias, épicos históricos y thrillers psicológicos.

Amores, escándalos y una vida bajo el reflector

La vida privada de Elizabeth Taylor fue casi tan famosa como su filmografía. Se casó ocho veces, dos de ellas con el actor Richard Burton, con quien vivió una relación tan apasionada como tormentosa. La pareja fue el centro de la atención mediática durante más de una década, especialmente por su trabajo conjunto en películas como Cleopatra, La mujer indomable (1967) y La senda de los elefantes (1960).

Más allá del romance, Taylor también fue una figura revolucionaria en lo que respecta a la imagen pública de las mujeres en Hollywood: desafió los estándares de la industria, negoció sus contratos con audacia y exigió ser tratada como una estrella en todos los sentidos, lo que sentó precedentes para futuras generaciones de actrices.

Una pionera en el activismo por el VIH/SIDA

En los años 80, cuando el VIH/SIDA aún era un tema tabú y asociado a fuertes prejuicios, Elizabeth Taylor fue una de las primeras celebridades en utilizar su fama para hablar públicamente del tema y exigir atención médica, científica y política. Su trabajo humanitario incluyó la creación de la Elizabeth Taylor AIDS Foundation, que continúa funcionando hasta el día de hoy, y su labor incansable ayudó a financiar tratamientos, cambiar percepciones sociales y salvar vidas.

Taylor también fue amiga cercana de figuras afectadas por el virus, como Rock Hudson, y su activismo contribuyó de manera decisiva a que el VIH/SIDA comenzara a visibilizarse como una cuestión de salud pública mundial.

El adiós a una estrella

Elizabeth Taylor falleció rodeada de sus hijos en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles. La noticia de su muerte provocó homenajes inmediatos en todo el mundo: actores, cineastas, activistas, líderes políticos y fanáticos la despidieron como lo que fue —una estrella irrepetible. El Empire State Building se iluminó de violeta, color asociado a su icónica mirada, como tributo a su legado.

Con más de 50 películas en su haber, dos Oscar, un Globo de Oro, la Orden del Imperio Británico y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, Elizabeth Taylor fue mucho más que una actriz: fue una figura que atravesó la historia del cine como un cometa, brillando con fuerza y dejando una huella indeleble.

Un mito que vive

En 2025, a 14 años de su fallecimiento, el mito de Elizabeth Taylor sigue vigente. Su obra continúa siendo admirada, sus películas restauradas y difundidas por nuevas plataformas, y su imagen resuena en el imaginario cultural como símbolo de elegancia, fuerza y compromiso.

Elizabeth Taylor representó lo mejor del Hollywood clásico, pero también anticipó un modelo de mujer fuerte, autónoma y comprometida. Su vida, entre luces y sombras, entre cámaras y causas, sigue inspirando a artistas, activistas y soñadores en todo el mundo.

Porque como las verdaderas leyendas, Elizabeth Taylor nunca se fue: simplemente se convirtió en parte de la historia eterna del cine.

marzo 23, 2025