Se cumple hoy el quinto aniversario de la muerte de Horacio Fontova, artista polifacético que dejó una huella profunda en la cultura argentina. Falleció el 20 de abril de 2020, a los 73 años, en plena pandemia, pero su ausencia no fue silenciosa: su legado musical, humorístico, gráfico y actoral sigue vivo en la memoria colectiva.

Fontova fue músico, actor, cantante, humorista, dibujante, ilustrador y escritor. Supo desmarcarse de cualquier etiqueta única, y eso lo convirtió en una figura inclasificable, un verdadero «artista total» que habitó con soltura todos los lenguajes expresivos que eligió transitar. Desde los escenarios del rock hasta los sets de televisión, desde las páginas de revistas alternativas hasta los cuentos literarios, su obra habló siempre con una voz auténtica, irónica y sensible.

El arte como forma de vida

Horacio González Fontova nació el 30 de octubre de 1946 en Buenos Aires. Se crió en el barrio de Belgrano y desde muy joven mostró interés por las artes visuales y la música. Durante los años 70, ilustró revistas emblemáticas de la contracultura, como El Expreso Imaginario, donde dejó un sello inconfundible con sus dibujos cargados de psicodelia, humor y crítica social.

En paralelo, desarrolló su faceta musical. Primero como solista y luego con su grupo Fontova y sus Sobrinos, que combinaba rock, tango, cumbia y folklore con letras cargadas de humor y acidez. Más adelante, junto a Carlos Biebel, formó el dúo Fontova y Biebel, que alcanzó notoriedad durante los años 80 y 90. Con canciones como Me voy a Morón o La rubia tarada (esta última popularizada por Sumo, pero también parte de su repertorio escénico), Fontova captó con agudeza la vida urbana y la ironía del ser argentino.

Su música, aunque festiva y con tono de comedia, estaba lejos de ser superficial. Era profundamente política, con una mirada crítica hacia el poder, las modas, los prejuicios y los discursos vacíos. Fontova usaba el humor como bisturí para diseccionar a la sociedad.

El humor como herramienta de crítica

Su salto a la televisión se dio de la mano de Jorge Guinzburg, en el inolvidable programa Peor es Nada, donde encarnó personajes desopilantes que desafiaban la corrección política y ridiculizaban estereotipos sociales. Allí brilló con personajes como el «Pato» o el «Negro de mierda», una interpretación que, lejos de ofender, denunciaba los prejuicios ocultos en la sociedad porteña.

Fontova no hacía humor complaciente: hacía humor incómodo, de esos que hacen reír mientras invitan a pensar. Su gestualidad, su cuerpo en escena, su tono de voz, todo en él funcionaba como una orquesta afinada para provocar tanto la carcajada como la reflexión.

Actor, ilustrador y Les Luthiers

En el mundo del cine también dejó su marca. Participó en películas como Aballay (2010), dirigida por Fernando Spiner, donde sorprendió con un papel dramático, y también en Metegol (2013), el film animado de Juan José Campanella, prestando su voz a uno de los personajes.

En 2015, tuvo un paso inesperado por Les Luthiers, donde reemplazó temporalmente al fallecido Daniel Rabinovich. Su integración al grupo fue breve pero significativa, y volvió a demostrar su versatilidad artística y su capacidad de adaptarse a cualquier escenario sin perder su identidad.

Como escritor, publicó el libro de cuentos Témpera mental, donde desplegó su visión del mundo con la misma mezcla de humor, ternura y acidez que lo caracterizó en otros formatos.

Una despedida en tiempos oscuros

Fontova falleció en 2020, en el contexto de la pandemia de COVID-19, por una enfermedad preexistente. La noticia conmocionó al ambiente artístico y a su amplio público. Aunque no pudo tener un adiós masivo por las restricciones sanitarias, recibió homenajes sentidos desde todos los rincones del país.

Artistas, periodistas, músicos y humoristas destacaron su originalidad, su honestidad intelectual y su compromiso con una forma de hacer arte que no buscaba la fama fácil, sino comunicar algo verdadero, incluso en clave de broma.

Cinco años después, sigue resonando

Hoy, a cinco años de su partida, Horacio Fontova sigue siendo una referencia para nuevas generaciones de artistas que no se conforman con una sola disciplina y que entienden el arte como un espacio de libertad creativa y compromiso social.

Su obra sigue circulando en redes, en canciones, en videos de archivo, en libros. Su figura, con esos bigotes espesos y esa sonrisa pícara, sigue siendo símbolo de rebeldía, de inteligencia y de sensibilidad popular.

Fontova fue un artista argentino en el sentido más profundo: irreverente, creativo, empático, y siempre dispuesto a hacer reír mientras señalaba las contradicciones de su tiempo.

A cinco años de su muerte, su voz todavía suena, su risa todavía contagia, y su mirada crítica aún ilumina. Porque hay artistas que no se van: se quedan flotando en el aire de una canción, en el eco de una frase irónica, o en un dibujo que dice más que mil palabras. Fontova fue uno de esos. Y lo sigue siendo.

abril 20, 2025