Se cumplen hoy seis años de la muerte de Alberto Cortez, el cantautor, poeta y compositor argentino que, con su inconfundible voz y profundidad lírica, marcó a varias generaciones a través de canciones que hablaron de la amistad, el paso del tiempo, la tierra natal, las emociones simples y las grandes preguntas de la vida. Cortez falleció el 4 de abril de 2019 en Madrid, a los 79 años, dejando un legado artístico que trasciende géneros y fronteras.

Con más de 40 discos editados, decenas de giras internacionales y letras que se convirtieron en clásicos, Cortez fue un cronista de lo humano: desde la infancia en el campo hasta la soledad de la vejez, desde los vínculos hasta la identidad, su obra fue una celebración del lenguaje y de los sentimientos esenciales. A seis años de su adiós, su música continúa viva en millones de oyentes que lo recuerdan por su sensibilidad, su honestidad artística y su forma de hacer de lo cotidiano una forma de arte.

Un artista hecho en la palabra

Nacido como José Alberto García Gallo el 11 de marzo de 1940 en Rancul, un pequeño pueblo de La Pampa, Argentina, el futuro Alberto Cortez creció entre la poesía gauchesca, la música popular y la educación formal. A los 17 años dejó su provincia para estudiar en Buenos Aires, pero la vocación musical se impuso pronto.

Con apenas 20 años se trasladó a Europa, primero a Bélgica y luego a España, donde desarrolló gran parte de su carrera. Fue allí donde adoptó el seudónimo con el que el mundo lo conocería. En 1960 lanzó su primer gran éxito, “Sucu Sucu”, pero sería en los años siguientes cuando consolidaría su estilo, marcado por una lírica introspectiva, emotiva y profundamente literaria.

Cortez no era solo un cantante: era un autor de ideas y de emociones. Sus letras, influenciadas por la poesía de Antonio Machado, Pablo Neruda, Borges y los poetas españoles del Siglo de Oro, se transformaban en pequeñas piezas de filosofía cotidiana. Supo hablarle a la gente sin artificios, con sencillez y profundidad.

Canciones que hablan de todos

Entre sus canciones más recordadas se encuentran “Cuando un amigo se va”, “Callejero”, “Mi árbol y yo”, “En un rincón del alma”, “A partir de mañana”, “El abuelo”, “Castillos en el aire” y “Te llegará una rosa”. Cada una de ellas se convirtió en un himno silencioso de diferentes momentos de la vida, acompañando despedidas, encuentros, celebraciones y nostalgias.

Sus obras más conocidas abordaban temas universales: la amistad, la infancia, la memoria, el paso del tiempo, la muerte, el amor no correspondido, el orgullo por las raíces. Pero lo hacía desde una mirada original, donde lo simple se volvía trascendente.

En “Callejero”, por ejemplo, Cortez elevó a un perro vagabundo a categoría de símbolo de la libertad. En “Mi árbol y yo”, relató la vida a través del crecimiento compartido con un árbol de su infancia. En “Cuando un amigo se va”, quizás su canción más famosa, logró una despedida tan universal como íntima, que aún suena en funerales, homenajes y actos de despedida en toda América Latina y España.

Un puente entre Argentina y el mundo

Aunque Alberto Cortez vivió gran parte de su vida en Europa, nunca perdió el vínculo con la Argentina. Su acento, sus modismos y su visión del país permanecieron intactos en sus canciones y entrevistas. Viajaba frecuentemente a Buenos Aires, donde realizaba conciertos en el Teatro Ópera y el Gran Rex, y mantenía una relación estrecha con artistas nacionales como Facundo Cabral —con quien realizó giras memorables—, Mercedes Sosa, y el propio Atahualpa Yupanqui.

La dupla artística con Facundo Cabral, especialmente, se transformó en un emblema de la canción de autor latinoamericana. El espectáculo conjunto “Lo Cortez no quita lo Cabral” recorrió decenas de ciudades y unió humor, poesía y música con una profundidad pocas veces vista en escenarios populares.

Una despedida sin olvido

Alberto Cortez falleció en Madrid el 4 de abril de 2019, a causa de una hemorragia gástrica. La noticia conmovió al mundo cultural iberoamericano. El gobierno argentino, diversas instituciones culturales, artistas y miles de seguidores expresaron su pesar por la partida de un artista que fue un cantor de lo eterno en lo fugaz.

Seis años después, su legado sigue presente. Sus canciones se escuchan en radios, actos escolares, celebraciones y momentos íntimos. Su voz —profunda, clara, emocionada— continúa transmitiendo valores que parecen cada vez más urgentes: la empatía, la sencillez, la belleza de la palabra, la importancia del otro.

Su pueblo natal, Rancul, mantiene viva su memoria con un museo, un monumento y un festival artístico. Pero el verdadero homenaje a Alberto Cortez se da cada vez que alguien escucha una de sus canciones y se emociona. Porque como él mismo escribió, “la vida nos va enseñando, y es el deber de los artistas recordarla en cada verso”.

Alberto Cortez no solo fue un gran cantautor: fue una voz que puso alma en la música y música en el alma. Y en tiempos donde el ruido a menudo reemplaza al contenido, su obra se vuelve más necesaria que nunca.

abril 4, 2025