La imagen del Presidente bajo la lupa de los principales encuestadores del país
A medio año de haber asumido como Presidente de la Nación, Javier Milei enfrenta una creciente discusión sobre el nivel de apoyo social que mantiene y sobre cuán profunda es la paciencia de la ciudadanía frente a sus políticas de ajuste, reformas económicas estructurales y cambios drásticos en el rol del Estado. La pregunta que sobrevuela el análisis político y mediático es simple pero contundente: ¿cuánto más podrá aguantar la gente?
Con un país atravesado por la recesión, fuertes aumentos en tarifas de servicios públicos, pérdida de poder adquisitivo, recortes en áreas sensibles como salud, educación y asistencia social, la imagen presidencial comienza a resentirse en los sondeos de opinión. La mayoría de los expertos en estudios de opinión consultados coinciden en que la popularidad de Milei está en declive.
Siete de diez consultores coinciden: la imagen de Milei está en descenso
En una consulta reciente a diez de los más reconocidos consultores y encuestadores del país —muchos de ellos con décadas de trayectoria en análisis electoral—, siete señalaron que la imagen de Javier Milei ha registrado una caída importante durante sus primeros seis meses en el poder. Este descenso no solo se evidencia en las cifras frías de las encuestas, sino también en el humor social y en la percepción pública de su gestión.
Según estos expertos, el Presidente ya tiene más opiniones negativas que positivas, y el fenómeno no se limita a sus detractores ideológicos: se observa también un desgaste entre sus propios votantes. Un sector de quienes lo apoyaron en las urnas comienza a mostrar desencanto, especialmente ante la falta de mejoras inmediatas en sus condiciones de vida, la inflación persistente y la ausencia de señales claras sobre la recuperación económica.
Comparaciones con gestiones anteriores: Milei, por debajo de Macri, Cristina y Alberto
Una de las conclusiones más llamativas de los consultores que observan una caída de imagen, es que Milei tiene una aprobación muy por debajo de la que tuvieron otros presidentes a los seis meses de mandato. Si bien cada contexto es diferente, y cada liderazgo tiene características propias, las comparaciones permiten dimensionar la magnitud del fenómeno.
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Mauricio Macri, a seis meses de haber asumido, todavía conservaba una imagen positiva sólida, en parte gracias a una transición pacífica, un discurso de diálogo y una economía que aún no había sufrido los efectos de sus primeros ajustes.
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Cristina Fernández de Kirchner, tanto en su primer mandato como en el segundo, mantenía niveles elevados de aprobación durante los primeros meses, con una agenda política que combinaba subsidios, consumo interno fuerte y medidas de corte popular.
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Alberto Fernández, pese a las tensiones internas del Frente de Todos y el impacto de la pandemia, conservaba una imagen relativamente alta durante sus primeros meses en la Casa Rosada.
En ese contexto, la imagen de Milei, que se sostiene en su base electoral más leal, aparece significativamente más baja que la de sus antecesores, lo que genera preocupación en sectores del oficialismo y alienta el debate sobre la sostenibilidad política de su modelo.
Las voces disidentes: “hay que darle tiempo”
A pesar del diagnóstico generalizado, tres de los diez consultores entrevistados disienten con la idea de un desplome de la imagen presidencial. Estos expertos argumentan que Milei mantiene un núcleo de apoyo similar al que obtuvo en las elecciones, que ronda el 55% si se suman los votos de la segunda vuelta. Señalan que aún existe una importante expectativa sobre su gobierno y que su estilo disruptivo continúa generando adhesión en sectores que ven en él una alternativa real a la política tradicional.
Estos analistas insisten en que el presidente fue votado justamente para aplicar un cambio radical, y que sus votantes comprenden que ese cambio implicaba un “ajuste” inicial. Consideran que el desgaste es inevitable en los primeros meses de cualquier gobierno, pero que aún es pronto para hablar de una caída irreversible.
Uno de ellos resume esta postura en una frase contundente: “Aún hay crédito político, lo que falta es tiempo para ver resultados concretos”.
Un estilo de gobierno que genera adhesión… y también rechazo
Desde que asumió, Milei ha mantenido una forma de gobernar singular, basada en discursos confrontativos, medidas drásticas, desprecio por la política tradicional y una apuesta fuerte por el mercado como regulador de la economía y la vida social. Esta estrategia le ha dado notoriedad global y un perfil único, pero también ha polarizado a la sociedad argentina.
Mientras sus seguidores lo celebran como un “libertador del estatismo”, sus detractores lo acusan de llevar adelante un plan económico insensible, que favorece a los sectores concentrados y desmantela el rol del Estado en áreas esenciales.
Esta polarización también se refleja en las encuestas: la sociedad se muestra dividida entre quienes lo apoyan con fervor y quienes lo rechazan con igual intensidad. El segmento intermedio, el de los votantes “prestados” o los indecisos, es el que parece estar disminuyendo con el correr de los meses.
¿Qué factores explican la caída de imagen?
Los consultores que observan una caída en la popularidad de Milei coinciden en señalar varias causas estructurales:
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Ajuste económico sin red de contención: la reducción del gasto público se tradujo en despidos, baja del consumo y menor actividad económica.
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Falta de resultados visibles: aunque el Gobierno insiste en que la inflación está bajando, la percepción en la calle es otra, sobre todo porque los alimentos, las tarifas y los medicamentos siguen aumentando.
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Conflictos institucionales: las tensiones con gobernadores, el Congreso, el Poder Judicial e incluso con otros países, generan una imagen de aislamiento político.
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Estilo confrontativo: el uso constante de redes sociales para criticar a periodistas, opositores e incluso a aliados genera desgaste y resta credibilidad.
¿Cuánto puede aguantar la sociedad?
La pregunta que empieza a tomar fuerza en los círculos políticos, económicos y mediáticos es qué nivel de presión social podrá resistir el gobierno sin retroceder en su agenda. La “resistencia” no se manifiesta solamente en protestas o movilizaciones, sino también en el malhumor social, el retraimiento del consumo, la caída de la aprobación pública y la pérdida de aliados políticos.
Las decisiones que el gobierno tome en los próximos meses —como la aprobación o no de la Ley Bases, el rumbo de la economía, la política social y su relación con los actores del poder— serán claves para determinar si el presidente puede revertir la tendencia negativa o si el desgaste se profundiza.
En conclusión: una imagen en disputa
A seis meses de haber asumido la presidencia, Javier Milei enfrenta su primer gran test político y social. Si bien mantiene una base de apoyo sólida, su imagen pública comienza a mostrar signos de erosión, especialmente en los sectores que esperaban resultados más rápidos o que se ven directamente perjudicados por las medidas adoptadas.
La discusión entre los consultores revela que no hay consenso absoluto, pero sí una tendencia dominante que sugiere que el Gobierno debe replantear su estrategia comunicacional, política y económica si desea sostener el respaldo social en el mediano plazo.
La Argentina, como tantas veces en su historia, se encuentra en una encrucijada: entre el experimento liberal más extremo de las últimas décadas y las urgencias de una sociedad que no puede esperar eternamente para ver mejoras concretas en su calidad de vida.
