En medio de una creciente tensión social y económica, Cristina Fernández de Kirchner reapareció en la escena política con críticas contundentes hacia la administración actual. La ex presidenta y actual vicepresidenta redobló sus cuestionamientos al gobierno por la retención de alimentos en los depósitos del Ministerio de Capital Humano, denunciando lo que describió como “consecuencias prácticas de las ideas de la ‘revolución liberal libertaria’”.
Alimentos almacenados y falta de distribución
Kirchner advirtió que casi 6.000 toneladas de alimentos permanecen sin repartirse en galpones estatales, incluyendo cerca de 1 millón de kilos de leche en polvo —equivalente a casi 10 millones de litros— de los cuales casi 400.000 kilos vencerán en julio.
Denunció que, por esta negligencia del Estado, comedores comunitarios quedaron sin provisión, dejando a niños sin siquiera un vaso de leche. “Mientras tanto, la comida se pudre en los depósitos”, lamentó.
La dirigente calificó la situación como una evidencia tangible de “funcionarios que no funcionan”, pues, a su juicio, fallaron tanto por inacción como por complicidad.
Energy Crisis y recorte en el Gasoducto Néstor Kirchner
Cristina Kirchner también relacionó este problema con una gestión energética que, según ella, es errática y costosa. Criticó el recorte en la financiación del Gasoducto Néstor Kirchner, afirmando que, de haberse mantenido el ritmo previsto en las obras (como las plantas compresoras de Tratayén y Salliqueló), el país habría evitado importar hasta 18 barcos de GNL y ahorrado cerca de 450 millones de dólares.
Esas demoras también impactaron de lleno en la producción, generando apagones energéticos en fábricas y cortes de suministro en GNC.
Un enfrentamiento político profundo
Kirchner acusó al Gobierno de priorizar el «superávit o muerte», incluso cuando se trata de un “superávit trucho”, en alusión al control o ajuste fiscal extremo que termina erosionando el bienestar social.
Sus declaraciones reflejan una crítica central: considera que la “revolución liberal libertaria” impulsada por Milei pone en riesgo los derechos básicos de los sectores más vulnerables. Mujeres y hombres que dependen de comedores populares hoy sufren el quiebre entre discurso y acción.
¿Qué implican sus palabras?
-
Alertan sobre el creciente malestar social, particularmente entre quienes sufren inseguridad alimentaria y vulnerabilidad económica.
-
Ponen en jaque la lógica del ajuste extremo, al mostrar sus costos humanos.
-
Articulan una narrativa de oposición que combina discursos laborales, sociales y energéticos, intentando movilizar tanto gremios como organizaciones sociales.
En definitiva, Cristina Kirchner no solo critica un episodio puntual: articula una visión política que contrapone una gestión estatal ausente y elitista con urgencias ciudadanas de acceso a la alimentación y energía económica. El debate está en marcha y revela las profundas divisiones sobre cómo debe funcionar el Estado en tiempos de crisis.
