Cada 10 de abril, Argentina celebra el Día del Investigador Científico, una fecha que rinde homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que dedican su vida al desarrollo del conocimiento, la innovación y la transformación social desde la ciencia. La conmemoración no es casual: recuerda el nacimiento de uno de los científicos más brillantes de la historia nacional, el doctor Bernardo Alberto Houssay, nacido en Buenos Aires en 1887, premio Nobel de Medicina en 1947 y figura clave en la creación del CONICET.

A 138 años de su nacimiento, el país no solo recuerda a un hombre que alcanzó la cima del prestigio internacional, sino también a un pensador que impulsó la institucionalización de la ciencia argentina y luchó para que la investigación ocupara un lugar central en el desarrollo nacional.

Un científico precoz y un maestro inolvidable

Bernardo Houssay demostró desde joven una inteligencia y una vocación inusuales. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires a los 14 años, y se graduó como médico a los 23. Muy pronto comenzó una intensa carrera como docente e investigador, orientado especialmente a la fisiología.

Sus trabajos pioneros sobre el rol de la hipófisis en el metabolismo de los azúcares revolucionaron la comprensión científica de enfermedades como la diabetes. Este descubrimiento, que compartió con Carl y Gerty Cori, le valió el Premio Nobel de Medicina en 1947, convirtiéndose en el primer latinoamericano en obtener ese galardón en el campo de las ciencias.

No solo fue un investigador de excelencia, sino también un formador de generaciones enteras de científicos. Muchos de sus discípulos —como Eduardo Braun Menéndez, Luis Leloir y René Favaloro— continuarían su legado, consolidando una tradición científica argentina de nivel internacional.

El CONICET: su mayor legado institucional

Más allá de su prestigio académico, Bernardo Houssay entendió que para que la ciencia floreciera en el país, era necesario construir instituciones fuertes, con financiamiento, planificación y continuidad. Esa visión se plasmó en 1958 con la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), organismo que él mismo presidió hasta su muerte en 1971.

El CONICET se convirtió en la piedra angular del sistema científico argentino, promoviendo la formación de investigadores, el desarrollo de centros de investigación y la producción de conocimiento en múltiples disciplinas. Bajo su conducción, se establecieron criterios de evaluación rigurosos y se consolidó la carrera del investigador, que hoy es modelo en la región.

A través del CONICET, Houssay impulsó una ciencia comprometida con los problemas del país, pero sin perder de vista los estándares internacionales de calidad. Su célebre frase —“Los países ricos lo son porque dedican mucho dinero a la ciencia y a la tecnología; los pobres lo siguen siendo porque no lo hacen”— resume una convicción profunda que aún interpela a las políticas públicas.

Un día para celebrar y reflexionar

La fecha fue establecida oficialmente en 1982 como reconocimiento a los investigadores e investigadoras del país que, como Houssay, sostienen con esfuerzo y vocación el entramado del conocimiento. En un contexto donde los avances científicos son cruciales —desde la salud pública hasta la energía, desde el ambiente hasta la inteligencia artificial—, el rol del investigador cobra cada vez más valor.

Cada 10 de abril, universidades, centros de investigación, laboratorios y organismos estatales organizan actividades conmemorativas: jornadas abiertas, charlas, homenajes, concursos científicos y eventos de divulgación. El objetivo es visibilizar el trabajo, muchas veces silencioso, que realizan miles de científicos y científicas en todo el país, así como acercar la ciencia a la comunidad.

Hoy, el sistema científico argentino enfrenta múltiples desafíos: financiamiento, infraestructura, fuga de talentos, condiciones laborales. Sin embargo, la tradición forjada por Houssay y sus discípulos continúa viva, con jóvenes investigadores comprometidos y redes internacionales que siguen reconociendo la calidad del trabajo local.

Ciencia y soberanía

El Día del Investigador Científico también es una oportunidad para reflexionar sobre el lugar estratégico de la ciencia en el desarrollo nacional. En tiempos de globalización y cambios acelerados, la capacidad de producir conocimiento propio es una forma de soberanía. Desde vacunas hasta energías renovables, desde agricultura inteligente hasta nuevas tecnologías, el futuro depende en gran medida del trabajo de quienes hoy investigan en laboratorios, universidades y centros públicos.

Bernardo Houssay lo supo desde siempre. Por eso dedicó su vida no solo a investigar, sino a construir una ciencia argentina sólida, independiente y abierta al mundo.

A 138 años de su nacimiento, y en un nuevo Día del Investigador Científico, su legado continúa inspirando a generaciones que, como él, creen que el conocimiento es una herramienta poderosa para transformar la realidad. Porque como también dijo alguna vez:
«La ciencia no tiene patria, pero el científico sí.»

abril 10, 2025