Cada 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, una jornada que invita a reflexionar sobre el papel crucial que desempeñan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la transformación de nuestras sociedades. Esta fecha no solo recuerda los avances técnicos y científicos en materia de comunicación, sino que también pone sobre la mesa los desafíos pendientes, especialmente en términos de inclusión digital, equidad en el acceso a la tecnología y desarrollo sostenible.
El origen de esta celebración se remonta a 1865, cuando se firmó en París el Primer Convenio Telegráfico Internacional, hito que también marcó la fundación de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), uno de los organismos especializados más antiguos del sistema de Naciones Unidas. Inicialmente, el objetivo era coordinar la expansión de la red telegráfica a nivel mundial, pero con el tiempo, esta institución se convirtió en un actor clave para el diseño de políticas, estándares técnicos y estrategias globales en el ámbito de las telecomunicaciones y las TIC.
Aunque el Día Mundial de las Telecomunicaciones ya se celebraba desde 1968, fue recién en 2006 cuando se fusionó con el entonces reciente Día Mundial de la Sociedad de la Información, establecido para destacar el impacto de Internet en la vida cotidiana. Esta unificación dio lugar a la fecha actual, conmemorando ambos aspectos en una sola jornada: el rol de las telecomunicaciones en la historia de la humanidad y el potencial disruptivo de la tecnología en la era digital.
La UIT y su misión global
La Unión Internacional de Telecomunicaciones, con sede en Ginebra, es responsable de coordinar a nivel mundial cuestiones fundamentales como la distribución del espectro radioeléctrico, la asignación de órbitas satelitales, la estandarización de protocolos de telecomunicación, y el fomento de la conectividad en áreas rurales y desatendidas. Su labor es especialmente relevante en un mundo interconectado, donde la capacidad de comunicarse no solo afecta a la vida social, sino también al desarrollo económico, la educación, la salud, la producción y la participación ciudadana.
Además, la UIT desempeña un papel fundamental en la elaboración de marcos regulatorios comunes para asegurar que los sistemas tecnológicos, redes y dispositivos puedan comunicarse entre sí sin barreras técnicas, facilitando la interoperabilidad entre países y continentes. En la práctica, esto significa que desde una videollamada hasta el funcionamiento de satélites y redes 5G dependen en gran medida de las regulaciones y estándares consensuados por este organismo.
El desafío de la inclusión digital
Uno de los principales objetivos de esta fecha conmemorativa es visibilizar la persistente brecha digital que separa a quienes tienen acceso pleno a las TIC de quienes aún permanecen excluidos. Esta desigualdad, que atraviesa dimensiones económicas, geográficas y sociales, se traduce en diferencias marcadas en oportunidades de estudio, empleo, acceso a servicios, información y participación democrática.
En muchos países en desarrollo, la conectividad todavía es un privilegio y no un derecho garantizado. Millones de personas carecen de acceso estable a Internet o a dispositivos adecuados, mientras que en zonas rurales o aisladas el despliegue de infraestructura es lento o directamente inexistente. La pandemia de COVID-19 dejó al descubierto con crudeza estas desigualdades, cuando millones de estudiantes en todo el mundo quedaron fuera del sistema educativo por falta de conectividad o herramientas digitales.
Combatir esta brecha digital es uno de los ejes centrales de la UIT y de los organismos que promueven la transformación digital inclusiva. La digitalización puede y debe ser un factor de cohesión social y no de exclusión. Por ello, los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil están llamados a trabajar en conjunto para garantizar un acceso equitativo, asequible, seguro y universal a las tecnologías.
La tecnología como motor del desarrollo sostenible
En línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por Naciones Unidas para 2030, las telecomunicaciones y las TIC son consideradas herramientas esenciales para lograr sociedades más resilientes, igualitarias e inclusivas. Desde la digitalización de los servicios públicos hasta la expansión de la telemedicina, pasando por la promoción del comercio electrónico, la educación virtual y el desarrollo de ciudades inteligentes, la tecnología es un componente transversal en todas las áreas del desarrollo humano.
En este sentido, el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información no es solo una fecha para celebrar avances técnicos, sino una oportunidad para exigir mayor compromiso por parte de los estados, organismos internacionales y corporaciones tecnológicas en garantizar que nadie quede atrás en el proceso de digitalización global.
También se vuelve relevante discutir los límites éticos del uso de las tecnologías, el rol de la inteligencia artificial, la protección de los datos personales, la ciberseguridad y el impacto ambiental de la industria tecnológica. Estos debates ya no son marginales: forman parte del corazón mismo de las políticas públicas del siglo XXI.
Una jornada para construir conciencia digital
En cada edición, la UIT propone un lema temático para orientar las actividades y reflexiones globales. Estas consignas buscan destacar diferentes aspectos del ecosistema digital: desde el papel de las mujeres en la tecnología hasta el potencial de la conectividad en zonas rurales, pasando por el uso responsable de Internet o el fomento de la educación digital. Si bien el enfoque puede variar, el mensaje de fondo permanece: la tecnología debe estar al servicio de las personas y del bien común.
Celebrar el 17 de mayo es, entonces, un llamado a aprovechar las oportunidades del mundo digital, pero también a reconocer las brechas que persisten. La conectividad, el acceso a la información y la alfabetización digital ya no son lujos: son derechos fundamentales en la era de la información. Garantizar esos derechos es una tarea compartida, y el primer paso para lograrlo es tomar conciencia de su importancia.
