La segunda jornada del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries en Corrientes estuvo atravesada por una de las movilizaciones feministas más grandes de la región. A lo largo de unas veinte cuadras, una multitud avanzó por la costanera correntina en una marcha que, como ocurre desde hace cuatro décadas, reafirmó la vigencia y potencia del movimiento feminista en el sur global. Organizaciones sociales de todos los rincones del país, sindicatos, grupos de base, partidos políticos y colectivos de diversidad sexual se fusionaron en una sola marea que, lejos de retroceder ante el clima político, se propuso sostener la calle como un espacio irrenunciable de resistencia. Para muchas de las participantes, la convocatoria volvió a confirmar que el feminismo continúa siendo una respuesta social contundente frente al avance de discursos de corte fascista y ultraconservador, atribuidos al gobierno de Javier Milei por numerosas oradoras y referentes.
En la cabecera marchaba Nirvana Yerezada Silvero, una referente local de 37 años, nacida y criada en Corrientes. Para ella, recibir a miles de mujeres y disidencias en su ciudad natal fue un acontecimiento profundamente emocional. Contó que se vinculó al feminismo en 2015, en plena irrupción del movimiento Ni Una Menos, y compartió una fotografía de aquellos años: aparece junto a su hija pequeña sosteniendo un cartel con la consigna que dio origen a una ola de transformaciones. Nirvana recordó que su hija, hoy de 12 años, no se identifica como feminista, pero igual aprendió a reconocer sus derechos desde temprana edad. La propia Nirvana dijo haber comprendido, gracias al activismo, que situaciones que antes creía “normales” en su vínculo de pareja eran en realidad violencia de género. Esa revelación fue el motor que la llevó a separarse y a construir una vida más libre para ella y para su hija.
La marcha avanzó cinco kilómetros desde la Rotonda Poncho hasta el Paseo Arazaty, siguiendo el borde del río Paraná. Mientras miles de voces entonaban consignas y agitaban banderas, la movilización reafirmaba la fuerza colectiva de un movimiento que se mantiene firme a pesar de los recortes, la crisis económica y la narrativa oficial que deslegitima el enfoque de género. La noche anterior, una enorme concentración había denunciado la detención de Cristina Fernández de Kirchner, quien envió un mensaje sonoro describiendo su situación como una metáfora disciplinadora de una Argentina cuyas posibilidades de desarrollo estarían siendo desmanteladas.
A lo largo del fin de semana se desarrollaron numerosos talleres que reunieron a cientos de personas en escuelas, clubes y espacios públicos de Corrientes. Se abordaron temas que hoy resultan urgentes: se recordó, por ejemplo, la marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista del pasado 1 de febrero, considerada un punto crucial en la reorganización federal frente a los discursos anti-feministas del gobierno. También se debatió sobre la necesidad de realizar una gran acción nacional contra el fascismo en ocasión del 50 aniversario del último golpe de Estado, se rechazó la reforma laboral impulsada por el Ejecutivo, se discutió el reconocimiento del trabajo de cuidados y se alertó sobre eventuales embates contra el derecho al aborto.
Entre los temas más sensibles apareció el proyecto legislativo impulsado por Carolina Losada sobre las llamadas “denuncias falsas”. Integrantes de colectivos feministas señalaron que esta iniciativa pretende poner bajo sospecha a mujeres que denuncian violencia de género, sugiriendo que lo hacen por resentimiento y no por necesidad de protección. Para Yama Corin, de la organización Mundanas y referente de las madres protectoras, se trata de una ofensiva grave que exige fortalecer redes de contención, asesoramiento profesional y articulación política para evitar que la problemática quede invisibilizada.
El reclamo internacionalista también tuvo presencia marcada. Columnas enteras llevaban banderas palestinas y carteles por la liberación del pueblo palestino. Tilda Rabi, presidenta de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas, explicó que el taller sobre Palestina estuvo tan concurrido que debió trasladarse al patio. Denunció que, más allá de los anuncios de cese al fuego, la población palestina enfrenta hambre, frío extremo y constantes ataques, especialmente en Cisjordania y Jerusalén Oriental.
Las organizaciones de la economía popular también hicieron sentir su voz. Vestidas con delantales y portando ollas, numerosas mujeres cantaban que “cuidar es trabajo”, recordando que sin las tareas de cuidado la vida cotidiana no podría sostenerse. Norma Morales, referente de Barrios de Pie y dirigente de la UTEP, afirmó que al gobierno no le conviene un pueblo organizado ni mujeres con protagonismo social. Señaló que la derecha le teme a la organización popular y a la capacidad política que surge incluso de algo tan simple y cotidiano como una olla comunitaria.
Los partidos de izquierda tuvieron su propia presencia en la movilización. La concejala Natalia Hernández, del Frente de Izquierda, recordó que venía desde La Matanza, el distrito donde vivían Brenda, Morena y Lara, víctimas de un triple femicidio que conmovió al país. Para Hernández, el movimiento feminista debe volver a ponerse de pie con toda su fuerza para enfrentar el negacionismo de la violencia de género y el avance de los discursos de odio.
El Encuentro también incluyó la plenaria del espacio Derecho al Futuro, realizada en la plaza Camba Cuá. Allí, la legisladora Victoria Montenegro destacó que estos encuentros no pierden relevancia, especialmente en contextos donde las ultraderechas intentan imponer retrocesos. Subrayó que el feminismo sigue funcionando como un contrapeso político capaz de sostener esperanza en escenarios adversos.
Hacia las nueve de la noche, la cabecera llegó al Paseo Arazaty. Muchas asistentes bajaron a la playa para mojar los pies en el Paraná, mientras las banderas se agitaban en la oscuridad creciente. En el escenario, Nirvana volvió a subir junto a integrantes de la Comisión Organizadora, incluidas mujeres que también habían estado presentes en la histórica edición del Encuentro de 1994, la última vez que Corrientes fue sede. Cerró la jornada compartiendo una reflexión personal: aunque su hija no se defina como feminista, aprendió desde muy pequeña a defender sus derechos. “Yo recién entendí que tenía derechos a los 30 —contó—, ella lo sabía a los 5.” Esa transmisión generacional, dijo entre aplausos, es una de las mayores victorias del movimiento.
