Hay algo curioso que está pasando en el mercado laboral argentino: los sueldos que la gente pretende cobrar están creciendo más rápido que la inflación. Sí, leíste bien. Según el último informe de Bumeran, en octubre el salario pretendido promedio llegó a 1.214.905 pesos mensuales, lo que implica un aumento acumulado del 150% en lo que va del año, contra un 107% de inflación.

En criollo: la gente está pidiendo más de lo que suben los precios, al menos en el papel. Y eso, en un país donde normalmente el sueldo corre detrás del índice de precios como un perro tratando de alcanzar al colectivo, suena casi a ciencia ficción.

Claro que una cosa es lo que uno pide y otra es lo que efectivamente consigue. La encuesta de Bumeran refleja las expectativas de quienes buscan trabajo o están abiertos a una propuesta mejor. No dice necesariamente que las empresas estén pagando eso. Es un poco como la lista de deseos para Papá Noel: no todo llega.

Las cifras detrás del deseo

El desglose es interesante. En octubre, los supervisores y jefes pedían, en promedio, 1.266.143 pesos por mes; los semi senior y senior, 1.097.727 pesos; y los junior, 872.842 pesos. Ahora bien, dentro de cada segmento, hay casos que se disparan: un jefe de obra pretendía 2.800.000 pesos, un director de obra semi senior apuntaba a 2.250.000, y un ingeniero civil junior soñaba con 1.575.000.

El dato curioso es que, mes a mes, los incrementos en las pretensiones son bastante variados: en octubre, los jefes casi no movieron la aguja (suba del 1,86%), mientras que los junior ajustaron fuerte (7%). Esto muestra que quienes están más abajo en la escala salarial están intentando recuperar terreno perdido.

La brecha que no afloja

El informe también prende una luz roja en la cuestión de género. En octubre, los varones pidieron, en promedio, 1.253.986 pesos, contra 1.162.912 pesos de las mujeres. La diferencia es del 7,83% a favor de ellos y, para colmo, creció dos puntos respecto al mes anterior. No es un tema nuevo, pero sí persistente: incluso en la “fase de deseo”, las mujeres se valorizan menos que los hombres, algo que después se traslada —y muchas veces se amplifica— en la realidad de los sueldos pagados.

¿Por qué suben más rápido los sueldos pretendidos?

Hay varias razones posibles:

  1. Expectativa de inflación futura: Aunque los precios hoy suban un 2,7% mensual, la gente se cubre pensando que la calma puede ser temporaria.
  2. Efecto recesión: Algunos buscan compensar con un salto salarial el riesgo de cambiar de trabajo en un contexto incierto.
  3. Dolarización mental: Muchos piensan su ingreso en términos de dólares, y como el peso se deprecia, la pretensión en moneda local se infla.
  4. Competencia por talento: En ciertos rubros técnicos o de alta demanda, las empresas efectivamente están pagando más para retener o atraer gente.

El choque con la realidad

El gran problema es que, aunque los pedidos salariales estén subiendo, no hay garantía de que las empresas puedan (o quieran) pagarlos. En un contexto de actividad económica floja, las compañías miran con lupa cada contratación. Y eso hace que el “salario soñado” y el “salario real” vivan mundos paralelos.

Además, para quienes ya están empleados, lograr un ajuste que siga la velocidad de estas pretensiones es todavía más difícil: los aumentos internos suelen ser más lentos y dependen de presupuestos anuales, no de la inflación del mes pasado.

Un espejo de la desconfianza

En el fondo, esta diferencia entre el índice de precios y el índice de sueldos pretendidos es un reflejo de algo muy argentino: la desconfianza en la estabilidad. La gente no cree que el actual ritmo de inflación baja sea sostenible, así que intenta adelantarse. El problema es que, si todos piden más “por las dudas”, esa expectativa puede terminar empujando los precios y cerrando el círculo vicioso que ya conocemos demasiado bien.

Mientras tanto, los portales de empleo como Bumeran siguen funcionando como una suerte de termómetro paralelo, que mide no lo que la economía es, sino lo que la gente siente que vale su trabajo. Y en esa medición, por ahora, los deseos le ganan a la realidad… al menos hasta que llega la oferta formal y toca volver a negociar.

noviembre 27, 2024