La masiva marcha federal universitaria concluyó este martes con celebraciones frente al Congreso Nacional, luego de que la Cámara de Diputados rechazara el veto presidencial a las leyes de financiamiento universitario y de emergencia pediátrica. Fue una jornada que marcó una nueva derrota para el gobierno de Javier Milei, en un contexto político donde las tensiones internas, los traspiés legislativos y las caídas electorales van erosionando su imagen.
El Congreso se convirtió en escenario de una vigilia ciudadana: jubilados, estudiantes, docentes, trabajadores del Hospital Garrahan, sindicatos de la CGT, organizaciones sociales y de derechos humanos, junto a miles de personas autoconvocadas, colmaron la Plaza de los Dos Congresos. A pesar de un fuerte operativo policial que valló más de lo habitual, la movilización se desarrolló con entusiasmo y unidad.
La votación fue seguida con tensión. Como si se tratara de una final deportiva, el silencio invadió la plaza cuando el tablero legislativo comenzó a mostrar los votos. Finalmente, el rechazo al veto presidencial encendió la euforia: abrazos, lágrimas, aplausos y cánticos celebraron lo que se vivió como un triunfo colectivo. Rectores, estudiantes y gremialistas compartieron el mismo abrazo emocionado al ver que, al menos por ahora, el ajuste a la universidad pública se frenó.
Durante el acto, los referentes del Frente Universitario criticaron con fuerza al gobierno. “Milei, no toleramos más esta política de crueldad”, fue una de las frases más repetidas. Entre abucheos, destacaron la abstención de la diputada María Eugenia Vidal, lo que fue percibido como una falta de compromiso con la educación pública.
Esta fue la tercera gran movilización universitaria en lo que va del gobierno libertario, que ha recortado drásticamente los recursos destinados a las universidades: una caída presupuestaria de más del 30%, paralización de 90 obras de infraestructura, sueldos por debajo de la línea de pobreza y becas estudiantiles que no alcanzan ni para el transporte.
Franco Bartolacci, rector de la Universidad Nacional de Rosario, expresó que no permitirán el desmantelamiento del sistema científico y educativo, y se mostró esperanzado con la unidad lograda entre sectores políticos y sociales diversos. “Lo que estaba en juego era si el federalismo iba a sobrevivir o no”, dijo Oscar Alpa, presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). También advirtió que el proyecto de presupuesto 2026, presentado por el gobierno, mantiene y profundiza los recortes.
Mientras tanto, el oficialismo intentó desacreditar la protesta. El subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, llegó a hablar de “terrorismo mediático” por los informes sobre medidas de crisis en la UBA, como la restricción del uso de ascensores o aires acondicionados. Incluso el ministro de Economía, Luis Caputo, se quejó de su salario en comparación con el de autoridades universitarias, lo que fue rápidamente refutado por los propios implicados.
Durante el acto, Joaquín Carvalho, presidente de la FUA, leyó un mensaje contundente: “Sin presupuesto no hay universidad, y sin universidad no hay futuro”. La consigna fue acompañada por miles que corearon por la defensa de la educación pública, entendida como un derecho y no un privilegio.
Historias personales también marcaron la jornada. Como la de Marina, profesora y madre de dos hijos, que viajó desde La Matanza junto a amigas estudiantes. O la de Pamela Osores, técnica en programación, que no pudo continuar sus estudios por el cierre del curso en su localidad. O Florencia Delgado, de 28 años, que resumió: “Vengo a defender lo que es mío y de los que vendrán también”.
Carlos De Feo, de Conadu, y Francisca Staiti, de Conadu Histórica, remarcaron que el ataque no es solo económico, sino ideológico. “Lo que molesta no es el gasto, sino el símbolo de soberanía que representa la universidad pública”, coincidieron.
La sesión se realizó, además, el Día del Profesor, lo que dio aún más fuerza simbólica a la jornada. “Hoy damos clase en la calle, enseñamos cómo se defienden los derechos”, dijo un dirigente sindical. Tatiana, estudiante de Diseño en la UBA, dijo entre lágrimas: “Quiero que mis hijos también puedan estudiar, como yo pude hacerlo gracias a la universidad pública”.
Ese deseo de futuro compartido, expresado en miles de carteles, cánticos y miradas, fue lo que le dio sentido a una jornada histórica. Porque, como escribió Violeta Parra sobre los estudiantes, “son la levadura del pan que saldrá del horno”. Y ayer, en las calles, ese pan volvió a crecer.
