La muerte de Héctor Alterio, ocurrida este sábado en Madrid a los 96 años, marca el final de una de las trayectorias más sólidas y respetadas del cine y el teatro argentino y español. Radicado en la capital española desde 1975, año en el que se exilió, el actor construyó una carrera excepcional que atravesó fronteras, dictaduras, generaciones y formatos artísticos. Su figura quedó asociada no solo a interpretaciones memorables, sino también a películas que alcanzaron una proyección internacional inédita para el cine argentino, varias de ellas reconocidas por la Academia de Hollywood.

La noticia del fallecimiento fue confirmada por el productor teatral español Jesús Cimarro, quien compartió escenario con Alterio en sus últimos trabajos. A través de un mensaje público, expresó su pesar y destacó la dimensión artística y humana del actor, al tiempo que envió sus condolencias a la familia. La repercusión fue inmediata tanto en Argentina como en España, donde Alterio se consolidó como una referencia indiscutida de la escena cultural.

Nacido en Buenos Aires, Héctor Alterio desarrolló una carrera que se extendió durante más de siete décadas. Su recorrido abarcó el teatro independiente, el cine político de los años setenta, la televisión y las grandes producciones internacionales. El exilio forzado por la situación política argentina significó un quiebre vital, pero también abrió una nueva etapa de reconocimiento profesional en Europa, particularmente en España, donde continuó trabajando de manera ininterrumpida.

A lo largo de su vida artística, Alterio formó parte de cinco películas que llegaron a competir por el Premio Oscar a Mejor Película Extranjera, un logro excepcional que lo ubica entre los intérpretes argentinos con mayor presencia en la historia de la Academia.

El punto más alto de ese recorrido fue “La historia oficial” (1985), dirigida por Luis Puenzo, que se convirtió en la primera producción argentina en obtener el Oscar. El estreno coincidió simbólicamente con el décimo aniversario del golpe militar de 1976, reforzando el impacto político y social del film. En la película, Alterio interpretó al marido del personaje encarnado por Norma Aleandro, una mujer que comienza a sospechar que su hija adoptiva podría ser hija de desaparecidos. La obra se transformó en un testimonio cinematográfico sobre el terrorismo de Estado y llevó al cine argentino a una visibilidad global sin precedentes.

El propio Alterio reflexionó en varias ocasiones sobre el peso emocional y simbólico de esa experiencia. Consideraba que la película trascendía lo artístico y funcionaba como una forma de comunicación colectiva, una manera de contarle al mundo lo ocurrido en el país y de advertir sobre la necesidad de que esos hechos no se repitieran. Para el actor, ese rol implicó una responsabilidad que iba más allá de la actuación.

Antes de ese reconocimiento histórico, Alterio ya había integrado el elenco de “La tregua” (1974), dirigida por Sergio Renán. Basada en la novela de Mario Benedetti, la película fue la primera argentina en ser nominada al Oscar. El film retrata la vida de un empleado administrativo próximo a jubilarse que, en medio de una existencia gris y rutinaria, encuentra una inesperada posibilidad de amor. La obra fue celebrada por su sensibilidad y su tono intimista, y consolidó el prestigio internacional del cine nacional.

Una década más tarde, Alterio volvió a figurar entre los nominados con “Camila” (1984), dirigida por María Luisa Bemberg. Ambientada en el siglo XIX, la película reconstruye la historia real del romance prohibido entre Camila O’Gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. La combinación de drama romántico y denuncia política convirtió al film en una de las producciones más recordadas del cine argentino, con una fuerte presencia en festivales internacionales.

Ya en el siglo XXI, el actor sumó una nueva nominación con “El hijo de la novia” (2001), dirigida por Juan José Campanella. En esta película compartió elenco con Ricardo Darín y volvió a coincidir con Norma Aleandro. El film aborda los vínculos familiares, el paso del tiempo y la fragilidad de la memoria, y obtuvo un amplio reconocimiento de la crítica y el público, tanto en Argentina como en el exterior.

Instalado en España, Alterio también formó parte de una producción española que alcanzó la nominación al Oscar: “El nido”, dirigida por Jaime de Armiñán. En ese film actuó junto a Ana Torrent y al también argentino Luis Politti, reforzando su presencia en el cine europeo y ampliando su vínculo con los premios de la Academia.

Su carrera internacional incluye, además, una anécdota singular relacionada con “Volver a empezar”, la película española que ganó el Oscar en 1983. Según relató el propio Alterio, el director José Luis Garci deseaba contar con él para el proyecto, pero compromisos previos se lo impidieron. Garci intentó convencerlo anticipando, casi como una premonición, el éxito en Hollywood. Finalmente, el papel fue interpretado por Antonio Ferrandis, quien obtuvo un reconocimiento unánime.

La partida de Héctor Alterio deja un vacío profundo en el mundo del espectáculo, pero también un legado artístico difícil de igualar. Su nombre queda ligado a algunas de las obras más importantes del cine argentino y español, y a una filmografía que supo conjugar calidad artística, compromiso histórico y proyección internacional.

diciembre 14, 2025