Se cumplen hoy tres años del fallecimiento de Hilda Bernard, una de las actrices más longevas y queridas del espectáculo argentino. Murió el 20 de abril de 2022, a los 101 años, dejando tras de sí más de siete décadas de trayectoria ininterrumpida en radio, cine, teatro y televisión. Su voz inconfundible, su versatilidad artística y su presencia constante en las pantallas grandes y pequeñas la convirtieron en un ícono que marcó generaciones enteras de argentinos.

Hilda Bernard había nacido el 29 de octubre de 1920 en Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz, cuando el sur argentino era aún una región de frontera cultural. Su carrera comenzó en una época en que la radio era el medio dominante, y desde entonces, con talento y dedicación, fue construyendo una obra que atravesó todo el siglo XX y entró con fuerza en el XXI.

Una trayectoria que es historia del espectáculo

La historia de Hilda Bernard es también la historia de los medios en la Argentina. Comenzó su carrera artística en Radio El Mundo en la década de 1940, donde brilló como actriz de radioteatro, en un momento en que esas emisiones capturaban la atención de todo el país. Su voz —firme, modulada, emocional— fue protagonista de decenas de ficciones que se escuchaban en hogares de todos los rincones.

En teatro, debutó a mediados de siglo y participó en numerosas obras clásicas y contemporáneas, compartiendo escenario con figuras como Luisa Vehil, Alfredo Alcón y Pepe Soriano. En cine, intervino en producciones como El crimen de Oribe, Los muchachos de antes no usaban arsénico y La fiesta de todos.

Pero fue en la televisión donde alcanzó su mayor popularidad, sobre todo a partir de los años 90, cuando se transformó en una presencia fundamental en ficciones juveniles producidas por Cris Morena, como Chiquititas, Rebelde Way y Floricienta. Allí, su talento se fusionó con un carisma que cautivó a las nuevas generaciones, que la adoptaron como «la abuela de todos».

En Chiquititas, interpretó a la inolvidable Carmen, la directora del hogar Rincón de Luz, con un equilibrio perfecto entre ternura y firmeza. En Floricienta, su papel como la excéntrica y elegante Greta también quedó grabado en la memoria del público. Su capacidad para reinventarse, mantenerse vigente y conquistar a audiencias nuevas fue una de sus virtudes más admiradas.

Una vida marcada por la pasión y la resiliencia

Hilda Bernard trabajó casi hasta el final de sus días. A los 99 años seguía participando en lecturas teatrales y eventos culturales. Su longevidad no fue solo biológica, sino también artística: se mantuvo activa, lúcida y apasionada por su oficio durante más de 70 años.

En octubre de 2021, poco antes de cumplir 101 años, se contagió de COVID-19, una noticia que preocupó profundamente a colegas y admiradores. Contra todos los pronósticos, logró superar la enfermedad, un episodio que volvió a demostrar su fortaleza y espíritu vital.

Durante toda su carrera, fue reconocida con numerosos premios y homenajes: recibió el Martín Fierro a la trayectoria, fue nombrada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires, y su figura fue celebrada en múltiples oportunidades por asociaciones de actores, directores y críticos. Sin embargo, Hilda nunca se dejó encandilar por los reconocimientos: su verdadera vocación era el escenario, la cámara y el micrófono.

Una ausencia que aún se siente

La muerte de Hilda Bernard, a los 101 años, generó un profundo pesar en el ambiente artístico y en el público en general. Fue despedida con cariño y respeto, y recordada por colegas de todas las generaciones. Más allá de los papeles que interpretó, Hilda dejó una lección de compromiso, profesionalismo y amor por el arte.

Su figura sigue presente en reposiciones televisivas, en homenajes teatrales y en la memoria de quienes crecieron viéndola. Es difícil pensar en una actriz con semejante amplitud de registro y permanencia en la cultura popular argentina.

Un legado imborrable

A tres años de su fallecimiento, Hilda Bernard continúa siendo símbolo de una época dorada del espectáculo argentino, y también de su evolución. Fue puente entre generaciones, entre medios, entre géneros. Desde el radioteatro en blanco y negro hasta las tiras juveniles en alta definición, ella estuvo siempre allí, firme, apasionada y elegante.

Recordarla hoy no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de reconocimiento a una mujer que consagró su vida al arte, y que, con cada personaje, sembró afecto, emoción y admiración.

Hilda Bernard no fue solo una gran actriz: fue una presencia constante en nuestras vidas, una figura que supo atravesar los cambios del tiempo sin perder nunca su esencia. En cada rincón del país donde se recuerde una novela, una película o una obra teatral, estará su voz, su mirada y su legado. Porque hay artistas que no se van: se transforman en parte del alma de un pueblo.

abril 20, 2025