Vecinos del barrio de Balvanera, en la Ciudad de Buenos Aires, viven en una realidad que parece de película pero que es demasiado real: robos, violencia y venta de droga durante todo el día, todos los días. Ya no les sorprende ver transas en la puerta de sus casas o peleas entre bandas a los gritos y a los palazos en plena calle. A este sector ya lo llaman “el Polo Falopero”.

La zona crítica comprende Plaza Miserere, avenidas Rivadavia, Jujuy, Belgrano, y calles como Loria y Alsina. Allí, los vecinos afirman que operan tres bandas narco, bien conocidas por los habitantes y también por la policía, aunque casi nunca pasa nada. “Son los mismos de siempre”, repiten con resignación.

 Pocos policías, muchos problemas

En una reunión que tuvo lugar a principios de este año, vecinos hablaron con el entonces comisario Pedro Villanova, quien les confesó algo alarmante: solo contaba con diez agentes para patrullar toda la zona. ¿La razón? La mayoría de los efectivos está asignada a cuidar detenidos dentro de la comisaría de Lavalle al 2600, que ahora funciona como una especie de centro de detención improvisado, sin espacio y con más de 30 personas detenidas. Días después de esa reunión, Villanova fue reemplazado.

Pero más allá de los cambios en la comisaría, lo que no cambia es la situación en la calle. A plena luz del día o de noche, los transas venden droga sin ningún tipo de ocultamiento. A veces, incluso, lo hacen a metros de una escuela, como la Escuela Zapiola (en Alsina al 3100), donde los narcos aprovechan la falta de clases para operar más cómodamente.

Testimonios en primera persona

Vecinos como Adriana, que vive frente al Hotel Géminis (otro punto crítico de venta y violencia), cuentan que ya no pueden salir al balcón por miedo. “Antes podía soportar el calor afuera, hoy me encierro. Es un infierno”, dice. También relata que una madrugada, sin luz y con todo oscuro, más de diez personas se enfrentaban a botellazos y palazos en la puerta del hotel por el control del territorio.

La imagen de todos los días: narcos caminando libremente, personas tiradas en la vereda esperando que baje la droga, robos al voleo para conseguir plata y hasta puestos de “venta” improvisados con mantas sobre la vereda, donde un par de zapatillas robadas puede “cotizar” en gramos de droga.

Una figura conocida por todos es la “Gorda Natalia”, una transa histórica del barrio que ya estuvo presa, pero que, según los vecinos, volvió a liderar su banda sin problemas. “La vemos todos los días. Vivo a metros de donde se para a vender. Llamo al 911, pero no pasa nada”, cuenta Adriana.

 La justicia, ausente

Desde la Red de Vecinos Manzana 66, que viene denunciando estos hechos desde hace años, apuntan directamente a la justicia porteña como una de las grandes responsables. “La policía a veces los agarra, pero los sueltan. No hay voluntad política ni judicial para resolver esto”, dicen.

Las escenas de violencia, consumo y venta se repiten en diferentes horarios. Todo el tiempo. La comunidad local ya no pide promesas, sino acciones concretas.

 ¿Qué dice el Gobierno porteño?

Desde el Ministerio de Seguridad, que encabeza Waldo Wolff, aseguran que están trabajando en zonas “donde el tejido social está más tenso”, como los barrios cercanos al límite con provincia, Constitución, Retiro, y próximamente Once y Balvanera. Sin embargo, los vecinos afirman que no ven mejoras ni presencia efectiva en sus calles.

Por ahora, el barrio sigue esperando respuestas. Mientras tanto, quienes viven en la zona —muchos desde hace décadas— ya piensan en mudarse como única solución. La sensación general es de abandono, y la bronca crece al ver que todo sigue igual, a pesar de las denuncias, los videos, las notas periodísticas y las reuniones con funcionarios.

febrero 18, 2024