El presidente Javier Milei sorprendió recientemente al contar cómo suele pasar sus domingos en la Quinta de Olivos, donde ha instaurado una rutina poco convencional para un jefe de Estado. Lejos de la imagen del líder político que utiliza el fin de semana para descansar en soledad o realizar actividades protocolares, Milei opta por combinar el arte lírico con tertulias selectas junto a un grupo reducido de allegados.

Según relató el propio mandatario a través de su cuenta de Twitter, los domingos por la tarde se convierten en una especie de cine club privado. En el amplio salón de la residencia presidencial, equipado con proyector y sonido de alta calidad, organiza encuentros para disfrutar de óperas clásicas. Sus preferencias musicales se inclinan por compositores italianos del siglo XIX, entre los que destacan Gioachino Rossini, Vincenzo Bellini, Gaetano Donizetti, Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini.

Estos encuentros no son eventos formales ni institucionales. Milei los describe como reuniones de carácter privado con un grupo de amigos cercanos o relativamente cercanos, muchos de los cuales son economistas o periodistas con los que mantiene una relación fluida y afinidad ideológica. Después de la función musical, los invitados suelen quedarse a cenar. Las comidas, según el propio presidente, incluyen un plato principal, postre y café, lo que sugiere una atmósfera distendida y amigable, aunque también cuidadosamente organizada.

La confesión presidencial surgió a raíz de una consulta del periodista Ari Lijalad, quien notó que varios cronistas estaban visitando la Quinta de Olivos los domingos por la tarde y que, según los registros oficiales, permanecían allí hasta la madrugada del lunes. La coincidencia en los horarios despertó curiosidad, ya que no se trataba de actividades públicas ni figuraban en la agenda oficial del presidente. Milei respondió que se trataba simplemente de encuentros informales con personas de su entorno, aprovechando la calma dominical para compartir su afición por la ópera.

Sin embargo, esta práctica también generó cierto ruido político y mediático. Algunos sectores de la prensa han señalado que, más allá del carácter recreativo de estas reuniones, los periodistas que participan de ellas son, casualmente, los mismos que luego acceden a entrevistas exclusivas con el presidente. Desde que asumió el poder, Javier Milei ha optado por no brindar conferencias de prensa abiertas y ha concentrado sus apariciones mediáticas en un puñado de medios afines y con comunicadores específicos, varios de los cuales forman parte de este selecto grupo de invitados a Olivos.

Un ejemplo claro de esta estrategia comunicacional es la negativa sistemática del presidente a conceder entrevistas a medios como Página/12, lo cual refuerza la percepción de que las reuniones dominicales podrían tener un componente más estratégico de lo que él mismo sugiere. La cercanía con ciertos periodistas no solo se traduce en cenas y funciones de ópera, sino también en un acceso privilegiado a la palabra presidencial, algo que puede influir en el tratamiento que estos medios hacen de su gestión.

En ese sentido, lo que en principio parece una actividad cultural íntima —un presidente melómano que escucha ópera con amigos— también puede leerse como una forma no tradicional de gestión de la comunicación política, donde el contacto directo con ciertos periodistas no se limita al ámbito profesional sino que se extiende al personal. Esto, en el marco de un gobierno que ha mostrado una actitud crítica hacia buena parte del periodismo nacional, plantea interrogantes sobre la transparencia, la equidad en el acceso a la información pública y el rol que ocupan los medios en la construcción del discurso oficial.

Más allá de la controversia que pueda generar, lo cierto es que Javier Milei, fiel a su estilo disruptivo, ha decidido romper con muchas de las convenciones tradicionales del ejercicio del poder. Su forma de relacionarse con la prensa, al igual que su afición por la ópera italiana del romanticismo, forman parte de una identidad política y personal que él cultiva con esmero. Y en esa construcción, los domingos en Olivos parecen tener un lugar destacado.

julio 1, 2024