Cada 16 de septiembre en Argentina se conmemora un hecho que dejó una marca profunda en la memoria colectiva: la Noche de los Lápices, uno de los episodios más representativos del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar, que tuvo lugar entre 1976 y 1983. Aquel día, en el contexto de un régimen autoritario liderado por el general Jorge Rafael Videla, un grupo de estudiantes secundarios fue secuestrado por haber participado en protestas pacíficas en defensa del boleto estudiantil gratuito.
El trágico suceso ocurrió en La Plata, ciudad capital de la provincia de Buenos Aires, y afectó a jóvenes de entre 16 y 18 años que militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), una agrupación ligada al peronismo. La represión estuvo a cargo de la Policía Bonaerense, bajo el mando del general Ramón Camps, y formó parte de una política sistemática de persecución contra todo tipo de militancia, incluso la estudiantil.
La represión no fue casual ni aislada. El secuestro de estos jóvenes coincidió con el aniversario del derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955, y fue interpretado también como una forma de castigo ejemplar hacia los sectores juveniles que se organizaban políticamente. Según investigaciones oficiales y testimonios judiciales, el objetivo era desmantelar cualquier forma de activismo que cuestionara al régimen.
Entre los jóvenes secuestrados estaban Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Daniel Racero y Claudio de Acha. Todos ellos fueron trasladados a centros clandestinos de detención donde sufrieron torturas. De ese grupo, solo cuatro sobrevivieron, entre ellos Pablo Díaz, cuyo testimonio años más tarde, durante el histórico Juicio a las Juntas en 1985, permitió dar visibilidad pública a este crimen de lesa humanidad.
Hoy se cumplen 49 años de aquella noche oscura. Lejos de caer en el olvido, la historia de estos jóvenes se transformó en un símbolo de la lucha estudiantil y de la defensa de los derechos humanos en Argentina. Su legado sigue vivo en nombres de escuelas, aulas, calles y proyectos educativos que los recuerdan y honran.
En 1990, la provincia de Buenos Aires sancionó la Ley 10.671, que estableció el 16 de septiembre como el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios, incorporando esta fecha al calendario escolar con el objetivo de generar espacios de reflexión y mantener viva la memoria de las víctimas del terrorismo de Estado.
Además, desde diferentes espacios educativos, culturales y políticos se continúa trabajando para que estas historias no sean borradas por el paso del tiempo ni relativizadas. La Noche de los Lápices no solo recuerda el dolor y la injusticia, sino también la valentía y el compromiso de jóvenes que, aún en la adversidad, lucharon por un ideal justo.
Este capítulo oscuro de la historia argentina nos invita a reflexionar sobre la importancia de la participación juvenil, el derecho a la educación y la necesidad de cuidar la democracia, manteniendo viva la memoria de quienes fueron perseguidos por soñar con un país más justo.
