La situación económica en Argentina se encuentra en un punto crítico, donde el ajuste fiscal y las políticas neoliberales aplicadas por el gobierno de Javier Milei están empezando a mostrar sus consecuencias más evidentes. Si bien las cifras oficiales celebran una desaceleración en la inflación, la realidad es que muchos sectores sociales sienten el peso de un modelo que ha dejado a su paso un panorama de creciente desigualdad, caída del consumo, y despidos masivos. Las tensiones sociales están al borde del estallido y la pregunta que ronda es: ¿qué sucederá cuando caigan las ilusiones que mantienen a flote a una parte de la población que aún sigue creyendo que este sacrificio será recompensado?

El Relato de la Inflación: ¿Una Victoria Fugaz?

El gobierno de Milei celebró con entusiasmo los datos de inflación de diciembre, marcando un 2,7% mensual como un logro significativo. Sin embargo, bajo este supuesto éxito se esconde una verdad incómoda: la inflación real sigue siendo alarmantemente alta. Si bien se ha logrado reducir la inflación provocada por la devaluación de diciembre de 2023, los precios continúan por las nubes, especialmente en sectores clave como la energía, los alquileres y los servicios. La inflación núcleo, que excluye algunos de estos rubros más volátiles, sigue siendo del 3,5% mensual, un número que da cuenta de la persistente presión económica sobre los hogares argentinos.

A pesar de esto, el gobierno ha logrado crear la percepción de que la inflación ha sido controlada. La disminución de la inflación de un 26% anual en 2023 al 2,7% en diciembre ha sido presentada como un triunfo, pero la realidad es que, si se toman en cuenta factores como la electricidad, el gas, la nafta y el transporte, la inflación real estaría mucho más cerca de niveles de crisis. Esta baja, que es en gran parte un efecto rebote de la devaluación, no ha significado una mejora sustantiva en la calidad de vida de la mayoría de los argentinos.

Ajuste, Despidos y Cierre de Comercios

Los números de la inflación no son los únicos indicadores preocupantes. La caída del consumo en diciembre, comparado con el mismo mes de 2023, fue del 20%, un dato alarmante que refleja el empobrecimiento de las familias argentinas. Las tiendas y fábricas han cerrado, y miles de trabajadores han sido despedidos. La situación se agrava aún más cuando se analiza la caída del consumo de energía en el sector industrial, que en diciembre se redujo en un 18%. No se trata de un fenómeno aislado: el ajuste brutal ha afectado a todos los sectores, pero especialmente a los más vulnerables.

Lo que se está viviendo es una parálisis de sectores clave del Estado. Hospitales especializados, como el Bonaparte en adicciones o el Instituto Nacional de Cáncer, se encuentran paralizados debido a los recortes y despidos en el sector salud. Los trabajadores estatales, quienes ven cómo sus puestos de trabajo se desintegran, se encuentran en el centro de una batalla que no solo es económica, sino también moral. El despido masivo de empleados de la Secretaría de Derechos Humanos, que afecta a más de 1.400 personas, simboliza un ataque directo a las instituciones que buscan defender a los más vulnerables de la sociedad.

La Represión como Respuesta al Descontento

En este clima de creciente descontento, el gobierno ha optado por una política de represión como respuesta a las protestas. Si bien los datos económicos pueden mostrar una ligera mejora, la caída del consumo, el cierre de comercios y el aumento de las tensiones sociales han generado una situación de inestabilidad que podría escalar rápidamente. La represión en las calles, que ya ha sido denunciada por grupos de derechos humanos, se ha intensificado. El gobierno, consciente de que está operando en un terreno resbaladizo, ha incrementado las medidas de control y represión, tanto a través de la policía como de «patotas digitales» que atacan a los críticos del régimen.

Un ejemplo reciente de esta escalada fue el ataque a Rubén López, dirigente gremial de ATE-Capital, quien fue víctima de un atentado incendiario. Este ataque a un dirigente sindical resalta cómo el gobierno está dispuesto a todo para silenciar a quienes se oponen a sus políticas, demostrando que la situación no solo es económica, sino también política.

El Desafío de Mantener la Estabilidad

A pesar de las tensiones, el gobierno se ha aferrado a la narrativa del «ajuste necesario». La disminución de la inflación, el control del gasto público y la celebración del «mayor ajuste de la historia» son los pilares sobre los cuales Milei y su equipo están tratando de construir su legitimidad. Sin embargo, esta estabilidad es frágil y depende de factores externos, como el comportamiento del dólar y los precios internacionales. Si la divisa estadounidense se dispara nuevamente, podría desatarse una nueva ola de inflación que derrumbaría los logros que el gobierno ha tratado de destacar.

El gobierno también ha apostado a la llegada de dólares provenientes de Vaca Muerta y un préstamo del FMI para sostener las reservas. Sin embargo, este modelo de «crecimiento a costa de la pobreza» no ha logrado generar una distribución justa de la riqueza. La alta concentración de los beneficios en manos de las grandes empresas y los sectores más poderosos de la economía ha profundizado la desigualdad, lo que pone en riesgo la cohesión social.

El Futuro de las Ilusiones: ¿Qué Pasará Cuando Caigan?

Lo que muchos ven como una «ilusión temporal» es la base de la actual estabilidad que el gobierno de Milei ha logrado construir. Los sectores más empobrecidos, las pequeñas y medianas empresas, los trabajadores del Estado y los productores agrícolas que han sido perjudicados por las políticas económicas, forman un cóctel altamente inflamable que podría estallar en cualquier momento.

Cuando caigan las ilusiones, es probable que el descontento se traduzca en una movilización más amplia. Aunque las protestas han sido menores en comparación con otros momentos de ajuste, la situación podría cambiar rápidamente. La clase media, que aún conserva ciertas expectativas de que el sacrificio será recompensado, podría ser la siguiente en enfrentar la dureza de las políticas de Milei, al igual que las pequeñas empresas que han visto caer sus márgenes de ganancia.

El desafío para el gobierno será mantener la paz social en medio de un creciente descontento. Las medidas represivas, por más que intenten apaciguar la situación en el corto plazo, no resolverán las profundas contradicciones que atraviesan la sociedad. La pregunta que se abre es si la respuesta de la sociedad será unificada y articulada en una propuesta alternativa, o si, por el contrario, el descontento se dividirá en luchas parciales que no logren unificar las fuerzas opositoras.

Conclusión: ¿Qué Viene Después del Ajuste?

El gobierno de Milei ha logrado mantener un relativo control sobre la situación económica, pero la caída del consumo, el aumento de las tensiones sociales y la represión en las calles son señales de que el modelo neoliberal aplicado con mano dura está empezando a desgastarse. La estabilidad económica que se presenta como un éxito momentáneo podría verse rápidamente amenazada por la caída de las ilusiones de quienes creen que este sacrificio será recompensado.

Lo que está en juego no es solo la política económica, sino también la moral de un gobierno que, en su búsqueda de imponer un orden económico, ha abandonado a su suerte a los más vulnerables. La salida de esta crisis, si se logra, dependerá de la capacidad de la sociedad argentina para organizarse y proponer una alternativa que permita construir un futuro más justo y equitativo para todos. El descontento, que ya se percibe como una sombra inminente, podría desencadenar un cambio profundo en la política nacional.

enero 18, 2025