En un nuevo viaje relámpago a Estados Unidos, el presidente Javier Milei se reunió con un selecto grupo de empresarios de grandes corporaciones internacionales en Beverly Hills, California, uno de los barrios más lujosos de Los Ángeles. El objetivo del encuentro fue intentar seducir a estos magnates con promesas de mayores recortes en el gasto público y reformas estructurales que favorezcan a los inversores extranjeros. Sin embargo, el viaje concluyó sin anuncios oficiales de inversiones ni reconocimientos internacionales.
Durante su intervención, Milei reiteró su compromiso con lo que denomina el “modelo anarco-capitalista” y afirmó que su gobierno está dispuesto a profundizar aún más el ajuste fiscal. De hecho, aseguró que el recorte podría alcanzar hasta un 25% del Producto Bruto Interno (PBI), en línea con su plan de eliminar lo que considera “el gasto público innecesario”. Ante los empresarios, sostuvo que este proceso, si se mantiene en el tiempo por al menos cuatro décadas, podría traer beneficios a la población argentina.
El mandatario intentó convencer a los inversores de que Argentina es un destino atractivo si se implementan políticas de mercado extremo y se eliminan regulaciones estatales. Su exposición, sin embargo, no se tradujo en compromisos concretos de inversión, al menos públicamente. Tampoco recibió galardones ni menciones destacadas durante su estadía en suelo estadounidense, lo que dejó en evidencia el carácter simbólico y autopromocional del viaje.
El discurso de Milei en Los Ángeles se dio en un ambiente íntimo y exclusivo, lejos de los grandes foros internacionales o de encuentros con líderes políticos. La convocatoria fue limitada y centrada en empresarios con alto poder adquisitivo y fuerte peso en la economía global, en su mayoría con intereses en América Latina. A ellos, el presidente argentino les prometió un marco económico “favorable y sin obstáculos” para la llegada de capitales, garantizando que el ajuste interno será suficiente para sostener sus beneficios.
Este tipo de encuentros forma parte de la estrategia del gobierno nacional para posicionarse como un aliado confiable del capital internacional. Desde su llegada al poder, Milei ha insistido en su intención de reducir al mínimo el papel del Estado, promover la desregulación de la economía y avanzar en privatizaciones. En este marco, sostiene que atraer inversiones es clave para reactivar la economía, aunque hasta ahora los resultados tangibles han sido escasos.
La gira por Estados Unidos finaliza sin grandes logros ni anuncios que puedan traducirse en mejoras económicas inmediatas para el país. El presidente regresará a la Argentina para seguir de cerca el desarrollo de las elecciones bonaerenses, desde el búnker de su espacio político en Gonnet, provincia de Buenos Aires. Se espera que Milei intente capitalizar los comicios como una prueba de respaldo popular a su gestión, en un momento en que los efectos del ajuste comienzan a sentirse con más fuerza en amplios sectores de la población.
El viaje a Los Ángeles, además, ocurre en un contexto económico y social complejo en el país, con altos niveles de inflación, caída del consumo, y tensiones sociales en aumento. Pese a esto, el mandatario insiste en que el camino del “shock económico” es el único viable, y que sus resultados se verán en el largo plazo.
A falta de inversiones confirmadas y con una economía interna golpeada, el gobierno apuesta a la narrativa de que el ajuste es necesario para “ordenar las cuentas” y crear un entorno amigable para los negocios. Sin embargo, la promesa de que los beneficios llegarán “en varias décadas” si se mantiene el rumbo, genera críticas tanto dentro como fuera del país, sobre todo por el impacto social inmediato que provocan las políticas de recorte.
