La Asociación de Fútbol Argentino informó este domingo el fallecimiento de César Luis Menotti. El exDT tenía 85 años y estaba internado desde principios de abril por un cuadro de «anemia severa».

El Flaco, como se lo conocía popularmente, fue el director técnico que ganó en 1978 el primer Mundial con la Selección Argentina, que marcó un antes y un después con su trabajo a largo plazo, en tiempos de inestabilidad institucional en el país y en la propia AFA. Repetiría la consagración en 1979, en Japón, con un combinado juvenil capitaneado por Diego Armando Maradona (al que debió dejar afuera de la Mayor), que el propio seleccionador consideró el mejor plantel que llegó a dirigir.

Más que un DT, una leyenda

Menotti nació un 22 de octubre de 1938, en Rosario, pero en su DNI aparece como que esto ocurrió el 5 de noviembre, porque su padre tardó en inscribirlo.

Hijo único, su padre Antonio había peleado con los mejores boxeadores de Rosario, que murió joven, a los 51 años, por fumar. Peronista en sus mocedades, su casa llegó a ser baleada dos veces por disputas internas del partido. «Nos mentalizamos que cuando mi viejo prendiera la luz, nos tiráramos al piso por precaución», supo contar.

Se refugió en la casa de Agustín (delegado comunista de La Fraternidad) y Chacho Rena, sus amigos del barrio de Fisherton. «Me cuidaron, me obligaron a rendir las materias porque yo dejé de ir al colegio; me peinaba como Gardel para que me dejaran entrar a lugares de mayores, me juntaba con gente grande. Me salvaron los Rena y el boxeo, porque escuchaba historias de gente que se malogró por el chupi y que pintaba para crack, y me di cuenta de que me tenía que cuidar», recordó.

Sus inicios como jugador

Debutó en 1960 en Rosario Central con sólo seis partidos en reserva y jugó allí cuatro años hasta que pasó a Racing en 1964 y a Boca en 1965. Dos años más tarde emigró a los Estados Unidos para jugar en The Generals de Nueva York, y en 1968 viajó a Brasil para jugar por el Santos de Pelé y fue campeón paulista de ese año. En el medio formó parte de la Selección Argentina. En 1970 pasó al Juventus de San Pablo, donde se retiró como jugador. Y empezó su leyenda como entrenador.

El Flaco fue uno de los hombres más importantes en la historia del fútbol argentino. No sólo por los logros, sino por haber dejado una escuela a seguir que perdura en el tiempo con cientos de discípulos: el menottismo«Se puede dejar de correr, dejar de entrar en juego durante largos minutos… Lo único que no se puede es dejar de pensar», era uno de sus principales lemas.

Fútbol del otro lado de la raya

«Huracán del ’73 fue un pedazo de historia del fútbol argentino, dijo César Luis Menotti, entrenador que comandó a once futbolistas vestidos de blanco a su primer título de liga en el profesionalismo (y el quinto en su historia). Aquel Metropolitano de 1973 fue la obra cumbre de un técnico que posteriormente -y en gran parte gracias a ese campeonato- obtendría la primera Copa del Mundo de la Selección Argentina. Con un estilo basado en la tenencia de la pelota, en el juego vistoso, las triangulaciones y la paciente búsqueda de espacios, ese equipo del Globo fue uno de los más disfrutados por propios y ajenos.

Héctor Roganti; Nelson Chabay, Daniel Buglione, Alfio Basile, Jorge Carrascosa; Miguel Ángel Brindisi, Francisco Russo, Carlos Babington; René Houseman, Roque Avallay y Omar Larrosa; fueron los once intérpretes de aquella gesta. Como en una banda, cada uno tenía un rol particular. Cuando congeniaban dentro de la cancha, sonaba la más bella música que alguna vez oyeron los amantes del ‘buen fútbol’.

Pero la banda se tuvo que formar, y para eso cumplió un rol fundamental el por entonces presidente de la institución de Parque Patricios, Luis Seijo. En 1971 fue a buscar a un joven de 33 años, alto y flaco, que era ayudante de campo del «Gitano» Juárez en Newell’s. Con el director de la orquesta sentado en el banco de suplentes, era tiempo de buscar a los intérpretes.

Muchos ya estaban en el club, como Basile, Avallay, Brindisi y Babington. Al resto hubo que ir a buscarlos. En algunos casos a destinos cuanto menos peculiares. Al goleador, Larrosa, por ejemplo, lo trajeron desde el Club Social y Deportivo Comunicaciones de Guatemala. Por otra parte, el uruguayo Chabay llegó con una Copa Intercontinental bajo el brazo, ya que se había consagrado campeón del mundo con Racing en 1966, compartiendo equipo con el Coco. También arribaron Russo y Carrascosa, otras dos piezas fundamentales. Pero todavía faltaba uno, la gran debilidad del Flaco: René Houseman. El santiagueño llegó desde Defensores de Belgrano sin haber disputado un partido en la primera división del fútbol argentino. «Era impresionante. Un futbolista que nacía de la nada. Nunca razonó, era todo fruto de inspiración. Elegía sin ninguna ayuda lo mejor para todos. Para él, para el equipo, para la belleza, para la eficacia», señaló Menotti recordando a uno de los mejores jugadores que le tocó dirigir

El propio Menotti fue uno de los precursores del lema «ganar, gustar y golear»; y así comenzó su equipo aquel Metropolitano, apabullando 6 a 1 a Argentinos Juniors. Las victorias por cinco goles ante Racing, Rosario Central y Ferro, fueron otras de las grandes funciones de aquel equipo de Huracán. Sobre el final del campeonato el plantel se vio algo diezmando por la ausencia de algunas piezas importantes que fueron citadas por Omar Sívori para las Eliminatorias rumbo al mundial de Alemania 1974 -torneo que terminarían disputando cuatro miembros de aquel plantel: Houseman, Carrascosa, Babington y Brindisi-. Sin embargo, obtuvieron el título dos fechas antes, pese a caer 2 a frente a Gimnasia en Parque Patricios, debido a la derrota de Boca frente a Vélez.

46 puntos en 32 jornadas, que se traducen en 19 triunfos, 8 empates y tan solo 5 caídas. Además, 62 goles a favor y 30 en contra. Los números de uno de los equipos más icónicos del fútbol argentino, que catapultó a su entrenador a la Selección Argentina. Él mismo lo confesó posteriormente: “Salir campeón con Huracán de esa manera y con esos jugadores fue lo que me permitió llegar a la Selección”.

Ese Huracán fue distinto a todo. Y a todos. Apareció para quedar en la historia como uno de los más grandes y brillantes equipos de nuestro fútbol. Por lo menos el mejor que yo vi en la Argentina. Pero no expresó una época. Ni un clima de época (…) Estoy convencido de que salvó al fútbol argentino, señaló el Flaco tiempo después.

No se vio casi nada igual en Huracán. Quizá, quienes tuvieron la oportunidad de disfrutar a ambos equipos, reflotaron algunas sensaciones con aquel del 2009, dirigido por uno de sus discípulos, Ángel Cappa. Sin embargo, el desenlace fue distinto: una polémica última fecha ante el Vélez de Gareca los dejó sin el Clausura de aquel año. El propio Cappa admiró al Globo de Menotti: «Un equipo que tuvo un presente cargado de historia y que por eso mismo fue y sigue siendo moderno. Consiguió que medio país lo siguiera con entusiasmo y compartiera con la hinchada quemera la alegría del primer campeonato profesional».

«¿Existe el menottismo? No, es un disparate. Existe el marxismo, el capitalismo, el peronismo, menottismo me parece un disparate como metáfora futbolística, una boludez«, sentenció el Flaco alguna vez. Lo cierto es que, exista o no, aquel Huracán quedó guardado en la retina de algunos, como el mejor equipo que vieron en una cancha de fútbol.

Con el Globo no sólo ganó el Metropolitano de 1973 sino que desplegó un fútbol brillante que lo proyectó a la Selección Nacional tras el fracaso en el Mundial de Alemania 1974.

La gloria con el seleccionado

Tras la muerte de Perón y el golpe de 1976, llegó a tener problemas con la dictadura y estuvo a punto de renunciar como DT de la Argentina. Cuando la AFA estaba dirigida por Alfredo Cantilo y se habían ido los dirigentes David Bracutto y Paulino Niembro (los que llevaron al Flaco a la Selección), el nuevo mandatario futbolístico le dijo: «Espere, démonos un tiempo».

Más tarde, en 1979, Julio Grondona le dijo al asumir que no podía ser presidente de la AFA si Menotti no era el director técnico. «Usted y yo vamos a cambiar la historia del fútbol argentino», le aseveró el fallecido dirigente.

«Yo militaba en el PC, tenía mis dudas, me reunía con mucha gente que me decía que valía mucho más pelearla desde adentro que desde afuera», afirmó una vez y remarcó:  «Conocí a muchos dirigentes peronistas torturados, que se usaba la picana eléctrica, no me podía hacer el boludo. Lo que nunca me imaginé fue lo otro, que tiraran tipos de los aviones, los 30 mil desaparecidos».

Dio la nota en la previa al Mundial ’78 cuando de una primera lista de 25 jugadores dejó afuera a un Maradona de 17 años, al igual que a Humberto Bravo y a Víctor Bottaniz. «No me arrepiento porque fuimos campeones. Pudo haber sido un error, sí, pero en ese momento hice lo que creí que había que hacer, y fue por cuidarlo, más que nada», comentó en una extensa entrevista con El Gráfico, y aclaró: «Estaba enamorado del juego de Diego, pero qué sé yo… Lo vi tan chiquito, tan joven. Sentí que tenía que elegir entre tipos grandes. Sé que Diego eso no me lo perdonó jamás».

Con la primera estrella obtenida, Menotti ya era una personalidad, con fanáticos y detractores. Con un Maradona en estado de gracia ganaría un año más tarde el Mundial Sub-20 de Japón, con un equipo que también integraban Juan Simón, Osvaldo Rinaldi, Juan Barbas, Ramón Díaz y Gabriel Calderón, entre otros. Y aseguró que el gol que más gritó fue el del riojano Díaz a la URSS en la final, «por identificación con el plantel y su juego».

Asimismo escribió dos libros, Cómo ganamos el Mundial, donde contó en detalle los mecanismos utilizados para la gran conquista de 1978, Fútbol-Juego, Deporte y Profesión (1980).

La disputa con Bilardo

El Mundial de España fue un tropezón: la concentración argentina en Alicante vivió el contexto mediático de la guerra de las Islas Malvinas. Según Menotti, el día futbolístico más triste de su vida fue cuando el seleccionado perdió 2-1 ante Italia en la segunda ronda.

Acabado su ciclo al frente de la Selección, el que asumió fue Carlos Bilardo, con quien protagonizó un choque de estilos. Y con los años dijo que tuvo «una disputa personal y algunos se subieron a esa pelea sin ningún respeto por esas ideas. Yo jamás me pelearía con un tipo porque haga líbero y stopper. Se magnificó porque cada uno ganó un Mundial, pero era un debate que no valía cinco centavos».

Menotti también dirigió a Boca en dos períodos, tuvo tres pasos por Independiente (más uno como mánager) y trabajó en el Atlético Madrid, River, Peñarol, Rosario Central, la Sampdoria, además del Puebla y Tecos de México, hasta su retiro en 2007.

El hombre de consulta en AFA

En los últimos tiempos se dedicó a ser un hombre de decisión y consulta permanente en la gestión de las selecciones nacionales. Fue clave para sostener lo que a priori sonaba arriesgado: Lionel Scaloni como seleccionador en la Mayor, alguien que sin experiencia previa pasó de interino a campeón de América y el mundo. Otro poroto a su favor.

El Flaco apareció públicamente por última vez el 13 de marzo en una entrevista por radio Splendid, donde no ahorró elogios para con Angel Di María.

«Es uno de los mejores futbolistas de la historia del fútbol argentino. Para mí, Di María es de una importancia en nuestra historia que me dolería mucho que no disfrute del reconocimiento por todo lo que hizo. Nunca vendió humo. Yo le tengo un gran aprecio. Y eso que no tengo relación con él», señaló el hombre que dejará por siempre una profunda huella en el deporte argentino.