El Gobierno Nacional difundió este 12 de octubre un video institucional que desató fuertes críticas en redes sociales, sectores políticos y comunidades indígenas. En el marco del Día del Respeto a la Diversidad Cultural, la pieza audiovisual fue duramente cuestionada por presentar una visión eurocentrista de la historia, elogiar de forma explícita a Cristóbal Colón y descalificar a las culturas originarias de América.
El video, publicado en la cuenta oficial de la Casa Rosada en la red social X (antes Twitter), reinterpreta la llegada de Colón a América en 1492 como el inicio de una era de “civilización, orden y progreso”, omitiendo los impactos negativos de la colonización sobre los pueblos originarios y ensalzando la figura del navegante genovés como un héroe civilizador.
Según la narración en off que acompaña las imágenes, Colón “supo enfrentar el caos” y liderar una travesía marítima “ardua y peligrosa”, enfrentando tormentas, incertidumbre y el miedo de su tripulación. El relato señala que, al llegar al continente americano, el navegante encontró “pueblos enfrentados” y prácticas culturales que describe como “rituales sangrientos”, presentando a las civilizaciones originarias como “sumidas en la barbarie”.
Esta representación generó repudio entre diversos sectores, ya que el discurso oficial parece desestimar la riqueza, la complejidad y la diversidad de las culturas precolombinas, además de reproducir una mirada colonialista sobre la historia de América Latina.
El video también afirma que, a partir de la llegada de los europeos, se comenzaron a establecer “estructuras sociales y políticas fundadas en el derecho, la fe cristiana y los valores occidentales”, presentando esa etapa como el punto de partida de una transformación positiva que trajo progreso a la región.
“La civilización prevaleció sobre el salvajismo y el orden sobre el caos”, señala de manera explícita el mensaje gubernamental, lo cual fue interpretado como una forma de reivindicar la colonización como un proceso necesario y beneficioso, sin considerar las consecuencias de violencia, despojo, esclavización y exterminio que sufrieron millones de personas indígenas en todo el continente.
La frase generó una oleada de críticas por su carácter discriminatorio y ofensivo hacia los pueblos originarios, justamente en una fecha que fue resignificada en 2010 por decreto presidencial como el «Día del Respeto a la Diversidad Cultural», en reemplazo del anterior “Día de la Raza”, para promover una mirada más inclusiva, crítica y plural de la historia.
En el cierre del video, el Gobierno hace un llamado a defender “la civilización occidental”, considerándola un legado que “tanto costó construir” y sin el cual, sostiene, “no hay futuro”. Esta postura fue interpretada como un cuestionamiento directo a quienes promueven el reconocimiento y la valoración de las culturas indígenas, sus derechos, lenguas y territorios.
El mensaje no solo despertó rechazo en redes sociales, sino también en organizaciones de derechos humanos, referentes culturales y académicos, que consideraron el material como una ofensa al espíritu de la fecha y una regresión en términos de memoria histórica y respeto intercultural.
Además, se criticó que el Estado utilice recursos públicos para difundir un mensaje que legitima discursos coloniales y desprecia la diversidad cultural que caracteriza al país. Diversos actores sociales subrayaron la necesidad de políticas públicas que reconozcan la historia de los pueblos originarios desde una perspectiva de derechos y no desde la imposición de una visión eurocentrista y hegemónica.
En contraste con la línea discursiva del video, desde distintos espacios recordaron que el 12 de octubre no debe celebrarse como una “gesta civilizatoria”, sino como una oportunidad para reflexionar sobre las consecuencias del proceso de conquista, las luchas de resistencia de los pueblos indígenas y la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.
La controversia generada por esta pieza comunicacional evidencia las tensiones en torno a la interpretación del pasado y al lugar que ocupan los pueblos originarios en la narrativa oficial del país.