Un especialista en enfermedades infecciosas afirmó que la variante H3N2 de la gripe, popularmente denominada “súpergripe”, tendría una circulación limitada durante el verano en la Argentina y que la campaña de vacunación comenzaría en marzo. Se trata de una mutación reciente del virus de la Influenza A que ya fue detectada en distintos países de Sudamérica y que despertó preocupación por su mayor capacidad de transmisión, aunque sin evidencias de un aumento significativo en la gravedad de los cuadros clínicos.
El infectólogo Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina e Infectología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, se refirió públicamente a la confirmación de tres casos en el país. Según explicó, el virus identificado corresponde a una variante conocida como subclado K del H3N2, que presenta modificaciones genéticas que facilitan su propagación entre las personas. Sin embargo, el especialista llevó tranquilidad y remarcó que no se trata de una situación comparable a la pandemia de COVID-19.
La presencia de esta variante fue confirmada por el Ministerio de Salud de la Nación junto con el Instituto Malbrán, luego de la detección de dos adolescentes en la provincia de Santa Cruz y de un niño que debió ser internado en el Hospital de Niños de la Ciudad de Buenos Aires. De acuerdo con los reportes oficiales, los tres pacientes evolucionaron favorablemente y no presentaron complicaciones graves, aunque se continúa con el seguimiento epidemiológico para evaluar la posible expansión del virus.
López explicó que el H3N2 no es un virus nuevo, sino una cepa conocida de la gripe que experimentó una mutación parcial en su genoma. Esa modificación genética hizo que la vacuna utilizada anteriormente no tuviera la máxima efectividad frente a esta variante específica. A este factor se sumó el hecho de que, en el hemisferio norte, el invierno comenzó antes de lo habitual, lo que encontró a una parte de la población sin una cobertura adecuada de vacunación, favoreciendo la rápida diseminación del virus.
El especialista subrayó que uno de los principales desafíos de la gripe es que el virus puede transmitirse incluso antes de que aparezcan los síntomas. Una persona infectada puede contagiar a otros hasta dos días antes de manifestar signos clínicos, lo que dificulta el control de la propagación y explica por qué estas variantes se expanden con tanta facilidad, especialmente en contextos de aglomeraciones y espacios poco ventilados.
A pesar de estas características, López insistió en que no hay motivos para generar alarma social. En su análisis, la circulación del H3N2 durante el verano argentino será limitada, pero se espera un aumento de casos a partir del otoño, cuando las temperaturas descienden y las personas pasan más tiempo en ambientes cerrados. Por ese motivo, recomendó anticiparse con la vacunación y evitar demoras en el inicio de la campaña.
En relación con las vacunas, el infectólogo destacó la importancia de que estén disponibles a comienzos de marzo. Según indicó, el Ministerio de Salud trabaja para garantizar el arribo de las dosis durante los primeros días de ese mes. Además, recordó que la vacunación antigripal es gratuita para los mayores de 65 años, las personas con factores de riesgo desde los seis meses de edad, los niños de entre seis y 24 meses, el personal de salud y las mujeres embarazadas.
López también enumeró los factores que favorecen la transmisión del virus, como los encuentros masivos, la falta de ventilación adecuada y las bajas temperaturas. No obstante, reiteró que, si bien en Europa se registró un número elevado de casos, las internaciones y las complicaciones severas fueron relativamente bajas, lo que refuerza la idea de que no se trata de una amenaza comparable a otras crisis sanitarias recientes.
El médico aprovechó la oportunidad para remarcar el impacto positivo de las vacunas en la salud pública a nivel global. Señaló que la inmunización previene entre cinco y seis millones de muertes cada año y que, en el caso particular de la gripe, reduce de manera significativa las hospitalizaciones, los ingresos a terapia intensiva y la mortalidad, especialmente en personas mayores y en pacientes con enfermedades preexistentes.
Finalmente, el infectólogo expresó su preocupación por el avance de los discursos antivacunas y criticó duramente la realización de actividades de ese tipo en ámbitos institucionales. Como ejemplo del valor histórico de la vacunación, recordó el caso del sarampión, una enfermedad que décadas atrás ocupaba salas enteras de hospitales y que hoy muchos médicos jóvenes nunca han visto gracias a las campañas de inmunización. Destacó que tanto el sarampión como la gripe pueden tener tasas de mortalidad cercanas al 10% en determinados grupos, lo que refuerza la necesidad de sostener y fortalecer las políticas de vacunación.
