Una multitudinaria marcha de jubilados se llevó a cabo frente al Congreso de la Nación en Buenos Aires, convocada para protestar contra los recortes en las pensiones implementados por el gobierno del presidente Javier Milei. A la manifestación se sumaron hinchas de diversos clubes de fútbol, sindicatos y agrupaciones de izquierda, ampliando la convocatoria.
La protesta comenzó de manera pacífica, pero escaló en violencia cuando la policía utilizó gases lacrimógenos, agua y pelotas de goma para dispersar a los manifestantes. Los enfrentamientos resultaron en al menos 120 detenidos y 45 heridos, incluyendo al fotoperiodista Pablo Grillo, quien sufrió una grave lesión en la cabeza por el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno.
El gobierno calificó la protesta como un intento de desestabilización, acusando a hinchas de fútbol y barrabravas, apoyados por el peronismo kirchnerista, de intentar un golpe de Estado. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, defendió el accionar policial y advirtió que los detenidos podrían enfrentar penas de hasta 20 años de prisión bajo una nueva ley antimafia.
Estos hechos han generado una creciente tensión social y política en el país, con críticas tanto nacionales como internacionales hacia la gestión gubernamental y el manejo de las protestas.